Nació en San José el 22 de diciembre de 1933.
Padres: Abel Pacheco Tinoco y Marta de la Espriella Díaz-Granados

Estudió en la Escuela Buenaventura Corrales y en el Colegio Los Ángeles. Se graduó de médico en la Universidad Autónoma de México, posee una especialidad de Psiquiatría de la Lousiana University.
Fue Director del Hospital Nacional Psiquiátrico y de Salud Mental; además de la Unidad Sanitaria de Guápiles y Puriscal. En otros ámbitos, fue director cultural de Canal 6.
Entre sus múltiples publicaciones se encuentran el Paso de Tropa, Más Debajo de la Piel, Una Muchacha, La Tolvanera y Gente sin Ancla; además de artículos científicos publicados en revistas especializadas y trabajos presentados en congresos médicos.
Ha obtenido Premios como el Aquilea Echeverría de Cuento, el premio Latinoamericano de televisión Universitaria-Perú y el premio Ludovico de Comunicación-Arzobispo de San José.
Como Diputado encaminó parte de su esfuerzo legislativo a los Barrios del Sur de San José. Por medio del despacho se coordinó la creación de un Centro de Cómputo para el Liceo el Liceo del Sur, junto con la donación de un servidor IBM, ayuda con pupitres y aulas nuevas, con motivo de los aumentos en la matrícula, becas para cursos de inglés e italiano conversacional en el Centro Cultural Norteamericano y en la Danti Aligieri respectivamente.
El Dr. Abel Pacheco se ha distinguido por un admirable espíritu de trabajo, por una trayectoria de dedicación al rescate del ser costarricense y por una vida sin tacha. Ha contribuido, a la vez, al crecimiento social, económico y político de nuestro país desde muy diferentes ámbitos.

Infancia
La infancia del Dr. Abel Pacheco transcurrió en el Caribe costarricense, en la provincia de Limón, tierra que lo cautivó y de la que él mismo dice: “la llevo en mi corazón porque me regaló muchos momentos mágicos, rodeado de campesinos honestos y trabajadores”. Quizás por ello, se caracteriza por ser un gran humanista, que comprende el trabajo de los hombres y mujeres que “cada mañana tienen la bendición de cultivar la tierra”.

El Psiquiátrico
Junto con un grupo de jóvenes médicos, el Dr. Abel Pacheco inició una lucha por dignificar el Hospital Psiquiátrico y por darles mejor calidad a las personas internadas allí. Puede decirse que este fue un gran legado que dejó al país pues llevó a la práctica una gran reforma en ese campo.
Sin duda la lucha por el rescate de valores y tradiciones, pero, sobre todo, su enorme respeto al ser humano, ha caracterizado la vida de este gran hombre.
Esto ha sido una constante en todas las facetas de su vida, tanto en el campo privado como en la función pública y una buena prueba de ello es que, siendo director del Hospital Psiquiátrico, dimitió de su cargo porque la institución no cumplía con los requerimientos que él consideraba mínimos para una adecuada atención de los pacientes. “Como no me dieron lo que pedí, renuncié”, dice con énfasis al insistir en que toda su vida profesional ha estado orientada a enaltecer al ser humano. “Eso lo tengo muy claro: uno nunca puede ceder cuando se trata de la dignidad de los seres humanos”.

Hombre de Televisión
Su primera incursión en el campo televisivo fue con un documental denominado “Leyendas y tradiciones nacionales”, con el cual ganó el Premio Nacional de televisión Universitario Latinoamericano. Desde ese entonces ya demostraba un gran talento y una facilidad de comunicación, que luego le abrirían las puertas de la fama.
Hace algunos años, un reconocido periodista, director de un medio de comunicación televisiva, el señor Guido Fernández, le pidió hacer un comentario para el noticiero de la mañana. Después de eso, se convirtió en el mejor comentarista de televisión nacional y logró cautivar a miles de costarricenses, que no se perdía su microprograma. “Siempre traté de que el mensaje fuera corto, pero que de alguna forma les fuera útil a las personas que lo veían”, recuerda con nostalgia.

Por el pueblo
Su paso por la Asamblea Legislativa, como diputado de la provincia de San José, es un ejemplo de lo que se debe ser el empeño de un funcionario público: con un alto sentido de la ética, la responsabilidad y el trabajo honesto.
Desde esa trinchera sirvió al pueblo entre 1998 y el 2002. Su labor como legislador y su fama de hombre honesto fueron reconocidas y admiradas por los costarricenses, de tal modo que no solo sus amigos cercanos, sino incluso muchas otras personas, de diferentes clases sociales, que ni siquiera conocía, le solicitaron que postulara su nombre para ocupar la Presidencia de la República.
“Acepté la candidatura un día de diciembre, en la Plaza de la Democracia, en medio de tamales, cimarronas y la alegría de miles de compatriotas”. “Hubiera querido retirarme en mi finquita en Esparza, pero el pueblo me bendijo con la gran responsabilidad de ser el primer Presidente del siglo XXI. Yo vivo para ustedes, mis hermanos y hermanas costarricenses”, expresó en aquella oportunidad.

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