Nació en la provincia de Alajuela, el 8 de diciembre de 1835. Hija de don Rafael Solórzano y de doña Canuta Alfaro. Fue primera dama desde 1870 a 1882, esposa del General Tomás Guardia Gutiérrez, a quien le cabe la honra de haber abolido la pena de muerte en nuestra Patria.
Doña Emilia Solórzano de Guardia, en todo momento dio muestras de una fervorosa piedad cristiana que puso de relieve en todos los actos de su vida, tuvo una participación decisiva en la abolición de la pena de muerte en Costa Rica.
Cuando el 29 de julio de 1877, un intento revolucionario estuvo a punto de derrocar el gobierno presidido por el Dr. Vicente Herrera en el cual la complicidad del Cabo Francisco Rojas jugó el papel principal, éste fue juzgado, siendo condenado a ser pasado por las armas.
La mujer costarricense, consciente en todo momento de los problemas del país, dando muestras en muchas ocasiones de la mayor cordura y sensibilidad humanas, quiso en esa ocasión como en muchas otras, ofrecer su participación decidida en una causa que habría de colocar a su país en el sitial de los más adelantados del mundo en cuanto al respeto por la vida humana.
Las mujeres de entonces, instadas por doña Emilia Solórzano de Guardia, levantaron un escrito pidiendo el indulto del Cabo Rojas, en nombre del respeto a la vida humana.
Este gesto de las mujeres costarricenses de esa época y representadas por la noble dama doña Emilia de Guardia conmovió a don Tomás Guardia, General en Jefe del Ejército, quien, al presentarse en el Cuartel Principal de San José, pronunció las siguientes palabras ante su Estado Mayor:
"El 11 de agosto de este año, el Consejo de Guerra condenó al último suplicio a este desgraciado, por el grave delito de traición, ajustándose a las leyes militares, y yo tuve que ordenar la ejecución de la sentencia. No obstante, me reservé como Secretario de Estado sostener los principios que profeso a ese respecto emitiendo y fundando el voto para conmutar la pena impuesta
A pesar de la gravedad del crimen cometido, que se castiga en las naciones más cultas con la muerte, tengo la convicción de que el cadalso no llena las condiciones de una verdadera pena, de que la sangre y las lágrimas derramadas por la acción de un crimen no se recogen por la sangre y las lágrimas que en castigo haga derramar la ley: de que es un principio civilizador la inviolabilidad de la vida humana, que sin duda será elevado a un dogma legislativo en el porvenir y tengo la seguridad de encontrar un voto concordante en el Jefe del Estado que preside el Consejo… En esa virtud queda conmutada la pena de muerte a que está condenado el reo, por la de presidio, que es la verdaderamente adecuada a su delito. No es la muerte que anonada al que la sufre y le evita remordimiento, pues mi propósito es que el reo pueda ser regenerado por el trabajo, por la reflexión y el arrepentimiento.
Es evidente que el memorial suscrito por las mujeres de Costa Rica, tuvo una influencia determinante en las decisiones del General Guardia. así como la piedad cristiana y sensibilidad humana de doña Emilia, impulsora de su solicitud a su esposo y mandatario.
Sabemos de la influencia de la mujer en el hogar y, en la mayor parte de los casos, en las decisiones de su marido. Vemos, pues, la importancia vital de una primera dama que llene todos aquellos atributos que puedan determinar, en parte, las decisiones de su marido que a la vez tiene en sus manos los destinos de la Patria.
Fue doña Emilia Solórzano de Guardia, la colaboradora más eficaz y quizás la inspiradora de una de las medidas de Gobierno que dejan huella gloriosa en nuestra historia: la supresión de la “Pena de Muerte” en Costa Rica. Falleció el 18 de julio de 1914.

Fuente:
Expediente 4753: Título de "Benemérita de la Patria” para la señora Emilia Solórzano de Guardia.

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Beneméritos y beneméritas de la patria: Emilia Solórzano Alfaro